Más terrible que haber cometido un grave error o estar en una condición inferior, ya sea en cualquier parámetro como eficiencia, rendimiento, calidad, etc. es dar paso a la sensación de pérdida y decaimiento dentro de una organización. Esta sensación debe existir para poder dar paso a la mejoría, pero, debe tenerse cuidado. Un grupo humano marcha gracias al entusiasmo de unos pocos o en algunos casos de uno solo. Los sueños son la llama que mantiene viva a la organización, estos sueños están albergados en las mentes de unos pocos. No siempre hay momentos buenos, a ratos se pasa por situaciones de “caos” en las cuales es importante que los lideres mentales de la organización (hay que diferenciarlos de los administrativos) sepan y puedan mantener los ánimos y pasiones en alto, pase lo que pase. Un fenómeno que suele producirse en situaciones de “caos” con consecuencias desgarradoras es la formación de micro células y agrupaciones menores que se atomizan y generan el decaimiento del objetivo principal marchando por caminos de intereses e interpretaciones parciales. La sensación de pérdida y decaimiento se abre paso entre las masas, hay que detenerla a tiempo para que no se produzca la atomización del grupo. Esta tarea debe ser llevada implacablemente por los lideres mentales “positivos” (los que son amigos de reparar y seguir marchando, de ensuciarse las manos, de hacer y equivocarse), pero, no es fácil, ya que en toda situación de “caos” saldrán al ataque los lideres mentales “negativos” (caracterizados por ser los iconos de la critica, los amos de hablar acerca de lo que otros han hecho y callar en cuanto a los actos propios que en muchos casos no existen), ellos llevaran la bandera de la atomización y su consigna será “todo se ha hecho mal”, “yo lo habría hecho mejor”, etc. Oídos sordos para palabras necias. Los líderes positivos no tardan en reconocerse a ellos y a los negativos mientras que los negativos no saben de su condición y su enfermedad. Liderar positivamente muchas veces implica decir SI cuando se piensa en TAL VEZ o incluso en NO, la balanza en muy fina y en casos determinados conviene diluir la disputa para no dar paso a la sensación de “caos” generalizada, ya que en ese caso se corre peligro de caer en el circulo vicioso. Más terrible que el error es la conciencia generalizada de error.
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